miércoles, 15 de diciembre de 2010

Cuba es

Cuba es un viejo avión de la época soviética cruzando el Mar Caribe en la madrugada de un octubre bellísimamente rojo.

Es un viejo pero cumplidor avión de Cubana de Aviación que Andreína y yo bautizamos como la Guagua del Aire.

Es un batallón de cubanos y sus solidarios hermanos venezolanos y latinoamericanos del vuelo 313, intentando romper el injusto bloqueo estadounidense impuesto al pueblo cubano hace más de 50 años.

Procurando quebrar, a nuestra manera, el indigno embargo comercial, económico y financiero, cargando en el avión toda clase bienes de servicios que escasean en la isla por obra y gracia de la genocida ley gringa Helms-Burtom.

Cuba es pasear por el Malecón de La Habana, ese extenso muro de protección contra las aguas, de 7 kilómetros de longitud, construido a todo lo largo de la Habana Vieja.

Es una cita con ese emblemático lugar de esta apacible ciudad del Caribe, donde los cubanos se enamoran, pescan, leen, piensan o sencillamente se sientan a contemplar la profundidad del mar.

Cuba es andar y desandarse la Habana Vieja, el arquitectónicamente hermoso pero socialmente enigmático centro histórico de la ciudad, patrimonio de la humanidad.

Es visitar la famosa Bodeguita del Medio, el Museo del Ron, la Casa de Hemingway, la heladería Coppelia, El Museo de la Revolución, la urbanización  El Vedado,  el Barrio Chino...

Es recorrer la Plaza de la Revolución, el epicentro de las actividades políticas de esta Nación, que se asume orgullosamente como el primer país en haber derrotado al imperialismo norteamericano en América Latina, en la invasión de Bahía de Cochinos, en playa Girón, en 1961.   Es la estatua de uno de los más grandes héroes cubanos y latinoamericanos: José Martí, sobresaliendo en la plaza con dignidad y con orgullo.

Es tomarse la foto de ocasión con las gigantes y legendarias figuras del Che Guevara y Camilo Cienfuegos, que sobresalen en la inmensidad de plaza.

Cuba es el Show de Tropicana, es la Casa de la Música, es beber ron Havana Club, es fumar habano. Es acostarse  en la madrugada después del largo guataque habanero y levantarse dos horas más tarde, para seguir explorando la ciudad y su gente.

Es un ¡Viva Chávez! en cada rincón que nos identificaban como venezolanos, y nosotros más atrás, respondiendo con la consecuente solidaridad hermana de siempre: ¡Viva Fidel, no joda!

Es conseguirse, por azar, en una avenida del Vedado a Germán Sánchez Otero, el embajador de Cuba en Venezuela durante el golpe de Estado de 2002.

Ese mismo embajador, y a su familia, a los que le gritaba la horda fascista el día del golpe por TV: ¡Se van a tener que comer las alfombras!

Cuba es andarse toda una tarde por La Habana buscando la plaza de un soñador: John Lennon, junto con Luz Berenice y Andreína, y encontrarnos en el agotador trayecto la pinta en una pared habanera, que decía: "Si se puede, coño".

Es esta creativa pinta y otros mensajes públicos en los que se exalta el espíritu cubano, como aquel que leímos, grandote, en la entrada de un polígono de tiro, que indicaba con doble sentido político y erótico: "Todo cubano debe saber tirar y tirar bien".

Cuba es viajar de La Habana a Varadero, pasando por la acogedora ciudad de Matanzas. Es ir prendiendo el sano bochinche venezolano en cada parada que hacíamos en la carretera.

Es ir montado en una guagua turística escuchando por calles, avenidas, carreteras y autopistas cubanas el Catalejo de Buena Fe.

Es saludar al músico cubano Frank Delgado en el Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana, mientras se disponía a tomar un vuelo a Toronto.

Cuba es Lolis, es La China, es Neyla, es Yessica, es Gerardo, es Elías: el sub-cuentero, es Edgar Castillo, bautizado popularmente como el Cuchi-Cuchi. Es Yurbri, es Alejandro, es Carlos, es El Parsero, es el Grupo de los 15 viajando por toda Cuba.

Es bañarse desnudo en las paradisíacas playas de Varadero, a altas horas de la madrugada, con Luz, Mirtha, Sonia y María de Los Ángeles, con unos cuantos rones encima.

Es pasear por Varadero en cocotaxi. Es conversar un rato sobre la historia del son cubano con Tito Knight, sobrino de Pedro Knight, el esposo de Celia Cruz.

Es acordarme, a ratos, de una vieja amiga venezolana que prefirió irse a Miami, luego de menospreciar mi invitación a viajar a Cuba con la excelente agencia de viajes cubana-venezolana Pegazul.

No obstante, en inmigración de un aeropuerto de los EEUU la trataron como sospechosa de terrorismo. "Es la primera vez que me pasa", se justificaba.

En honor a la cara de esta perpleja amiga no paraba de cantar, sonriente y feliz, por toda Cuba y a manera de lección de vida, una estrofa de la sabrosa charanga habanera, que dice: "…tu llorando en Miami y yo gozando en La Habana…".

Cuba es Alfredo y Mariátegui tomando una bandera venezolana y chilena, colocándola en la parte trasera de un carro alquilado para recorrer media isla: de Varadero a Santiago de Cuba, pasando por Santa Clara para conocer el mausoleo del Che.

Es anhelar que los días y las noches sean más largos. Es desear que el día de la partida, del regreso, no llegue aún, y cuando llega quedarse con unas ganas inmensas de quedarse.

En definitiva, si me pidieran una impresión de mi viaje a Cuba diría que Cuba no fue ni será… diría que ¡ Cuba es !

Félix Gutiérrez

8 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajajajjajja Félix me arm-e yoda una película de ustedes gozando en Cuba. Esa amiga tuya! pobrecita, por eso EEUU nunca me quitará el sueño, allá nos tratan como seres de 8va y qué se creen esos gringos, de mejor familia...
Por otra parte que kinda crónica, de verdad llega a lo más profundo. Te felicito.

Félix Gutiérrez dijo...

Gracias, amiga, por tu comentario. Gracias por la consecuencia y el afecto. Es cierto lo que dices, con respecto a la gozadera en Cuba y al ultraje que, en ocasiones, se vive en aeropuertos de EEUU, los viajeros del Tercer Mundo. Un abrazo.

Benigno Villegas dijo...

!Quemolleja de viaje!, !Quemolleja de envidia! y Quemolleja de crónica. Félix reitero la delicia que siempre me producen las lecturas de tus escritos. Un abrazo hermanazo y un saludote a Andre. Que estén muy bien

Félix Gutiérrez dijo...

Hermano, te reitero las gracias por el afecto. Si, Benigno, fue un gran viaje, que tu también puedes hacer. Todo se paga en bolívares. Estamos un contacto. Otro gran abrazo.

Nolimar Suárez dijo...

La crónica de un viaje es siempre rica en emociones y experiencias alucinantes, las crónicas de un viaje a Cuba, son alucinantes, es solidaridad, alegría, esperanza, sabiduría, resistencia,... los pioneritos, el sitio donde venden el pan en la tarde, las reuniones del CDR, el médico de la comunidad, las actividades en la plaza, la alegría en las calles, la guagua (ahora de colores), el mar que parece quererse salir saltando el malecón para saludarte, los mercados con sus cosas únicas y hermosas, la música en vivo en todos los negocios, el habana club, la bucanero y la Tucola bien fria, luego de un sanduchito cubano, buena música en el Centro Pablo, Buen baile en La Casa de la Música, Habana Vieja que te abraza, la nueva que te mantiene despierta, estar tan lejos de casa y tan cerca del corazón de millones. ¡Viva Cuba!

Félix Gutiérrez dijo...

Muy bello tu comentario, Noli. Este texto tuyo es una crónica aparte. Gracias por tanto afecto. Muy sabrosa la velada en tu casa. Todo estuvo bueno: la parrilla, la conversa, la música, los amigos... un gran abrazo.

Soraya dijo...

Visitar Cuba es quedarse allí.

Félix Gutiérrez dijo...

Una de las cosas que más me gustó de La Habana es que hay pocos carros y los que hay, buena parte son de los años 50. Un verdadero espectáculo.