domingo, 19 de junio de 2011

La “teoría” Button


El curioso caso de Benjamín Button es una buena película. Por lo menos a mí me gustó en su momento, el de su estreno, en el 2008.

Esta cinta, dirigida por el director estadounidense David Fincher, cuenta la historia de Benjamín (Brad Pitt), que nació en el cuerpo de una persona de 80 años.

No obstante, con el transcurso del tiempo va rejuveneciendo, hasta morir como un niño recién nacido, en los brazos de Daisy (Elle Fanning), la mujer que amó toda su vida.

Esta película, basada en una historia de F. Scott Fitzgerad, es una bonita e interesante obra cinematográfica sobre el amor, la vida y el tiempo.

Aunque en su momento me gustó por lo extraordinario del caso, de verdad que no había reparado en la filosofía de vida que encerraba el contenido de esta película.

En esta reflexión confluí hace poco días que observé a un señor de un poco más de 90 años de edad, caminar de la mano de una mujer de 50 años aproximadamente.

La mujer parecía la hija del anciano. No obstante, la escena se me asemejaba a la de un niño de dos o tres años que era llevado por su madre al Maternal.

Esta imagen ha sido reforzada por mi abuela materna, que este año cumplió 95 años. La abuela Ana tuvo un lamentable accidente, que la mantiene actualmente en cama.

En algunas ocasiones con la abuela se tiene que hacer lo que normalmente se hace con un niño, en este caso una niña de dos o tres años de edad.

De hecho, en ocasiones la abuela, en su momento de sus cavilaciones, comienza a llamar  a su mamá y a todas aquellas personas de su niñez.

A raíz de estos hechos: La película, el anciano que observé caminar con su hija en una acera y la circunstancia de la abuela Ana, he comenzado a pensar, en lo que podría llamar  la “teoría” Button.

Una carrera hacia la niñez

No sé exactamente quien señaló que cuando se nace, en ese mismo instante, se comienza una especie de cuenta regresiva hacia la muerte.

Aunque creo que esto es cierto, es igualmente cierto que comienza un largo camino hacia la niñez, cuando la salud te acompaña claro está. No es por casualidad que los abuelos parecen niños y las abuelas  parecen niñas. 
 
Expliquémoslo de la siguiente manera ¿Cuál es la esperanza de vida en Venezuela? 75 años de edad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

Los venezolanos y las venezolanas pasamos de los 71 años de edad como esperanza de vida en la década de los 90, a los 75 años en el 2008, la última medición que se conoce.

Es decir, nuestra esperanza de vida aumentó 4 años. Ahora vuelvo preguntar ¿Cuál es la mitad de 75? Respuesta: 37 y medio. Según esta “teoría”, la Button, que intento desarrollar, los venezolanos y las venezolanas cumplimos hasta 37 años y seis meses.

¿Cómo es eso? se preguntarán ustedes. Después de los 37 años y medio, sostengo, comenzamos un proceso de retorno a la niñez, pasando otra vez por la juventud y la adolescencia hasta llegar a la infancia, en la que finalmente moriremos.

Morir como niños

Según esta “teoría” significa, entonces, que luego de cumplir 37 años y seis meses comenzamos una cuenta regresiva. Empezamos a cumplir, otra vez, 36, 35, 34 y así sucesivamente.

Volvemos a pasar  por la inolvidable etapa de la juventud, la de los 20 años. Continuamos hacia los drásticos días cambios de la adolescencia.

Aterrizamos, una vez más, en los bonitos días de la niñez y desembocamos, al final del camino, a los días que ya no recordamos de la época de recién nacidos, hasta morir como fetos.

En mi caso personal debo revelar, con toda satisfacción, que en la actualidad tengo 42 años de edad. No obstante, según la “teoría” Button, cuento en realidad con 32 años.

Cuando llegue a los 50, con el favor de Dios, no tendré esa edad en verdad. Contaré, en realidad, con 26 años de edad. Es decir ¡estaré en plena juventud ¡

Asimismo, cuando llegué a los 62, por lo menos, con un poquito de salud y de suerte también, no seré un sexagenario, como le dicen las páginas de sucesos de los diarios a los hombres y a las mujeres de 60 años. En ese momento estaré en la propia adolescencia: 16 años.

Con los 72 años, estaré arribando nada menos y nada más que a los 3 años de edad. Es decir, ¡seré un niño otra vez! ¿Y si pasamos de los 75 años? ¿Cómo podemos identificar esta etapa?, se preguntarán ustedes.

De ser esta la fortuna con la salud que corresponde, podemos decir, entonces, que hemos vivido de más. Como la vieja costumbre de los pulperos de otras épocas podemos decir que la existencia nos ha dado ñapas de vida.

En este caso recomiendo vivir con mayor pasión e intensidad esos años de gracias que el vientre de la vida nos está ofreciendo, antes de pasar al otro misterioso, desconocido e inevitable plano de la existencia humana: La muerte.

Un hombre de 28

Si a mí, por lo menos, me pidieran que hiciera un balance de la vida podría decir, con toda honestidad que estoy viviendo una época de plenitud física y espiritual.

Aunque entiendo que cada cual tiene experiencias de vida diferentes, en mi caso personal debo resaltar la niñez como una de las épocas más lindas de la vida. Para mí esta etapa es insustituible.

Es el período del descubrimiento de la vida, de la existencia. La adolescencia, por el contrario, es una de las etapas más oscuras, más turbias, por lo confuso, por el no saber qué se quiere y hacia dónde ir. La adolescencia, según mi experiencia personal, es la peor etapa.

La época de la juventud, la de los 20 años, es una de las más maravillosas de la vida. Es la etapa en la que uno ya sabe con certeza lo que quiere ser.

Es una etapa en la que se sueña y se vive con una fuerza y una intensidad única. Se cuenta, además, con las capacidades físicas para asumir cualquier reto.

En lo personal significó vivir la bohemia universitaria y todas sus delicias y sus riesgos también. La época de los 30, al igual que la adolescencia, fue una etapa no muy bonita, aunque más productiva que la adolescencia.

Antes de los 30 lo menos que pensaba era en tener hijos, por lo menos. No obstante, apenas pisé los 30 años se despertó en mí un deseo irresistible de ser padre ¡Que cosa más extraña!

El problema de esa época radica, a mi manera de ver, en que comenzamos a pensar que la vejez, efectivamente, también nos puede alcanzar.

Ya no es la época de la juventud de los 20, en las que nos creemos invencibles. Ahora, a los 30, nos empezamos angustiar por la vejez. Pensamos que a los 40 comenzaremos a vivir la etapa antes mencionada.

Por esa razón a los 30 pretendemos hacer todo lo que no hemos hecho en la vida, pero cuando se llega a los 40 nos damos cuenta que la vitalidad física sigue vivita y coleando, como se dice; lo mejor es que esa vitalidad física es acompañada de una maravillosa fórmula: La madurez.

De los 50 no puedo hablar aún, pero a mí cuando me preguntan la edad digo, con orgullo, que tengo 42 años, aunque agrego que físicamente aparento un hombre de 30, pero en verdad, finalizo diciendo, me siento de 28 años.

Puro optimismo

La gente se ríe cuando expreso esta fórmula personal de vida, a manera de broma, pero luego de dar con la “teoría” Button, me doy cuenta que no estoy tan perdido.

De hecho, como lo expresé anteriormente, según la “teoría”  Button tengo 32 años de edad y camino, precisamente, hacia los 28 años, a los que arribaré cuando cumpla los 46 años de edad.

Y no solamente eso. En la medida que vaya avanzando en edad iré caminando, otra vez, hacia la juventud, hacia la adolescencia, hacia la niñez…

Por esta razón, de ahora en adelante intentaré asumir la vida, según la “teoría” Button. Viviré mi nueva juventud, mi nueva adolescencia, mi nueva niñez.

Recuerdo que un buen día Benjamín, en la película David Fincher, es llevado donde un predicador que hace sanaciones. Benjamín, de casi 80 años de edad, anda en silla de ruedas, y su madre adoptiva, Queenie, quiere que el predicador lo ponga a caminar.

“Qué edad tienes, anciano”, le preguntó el predicador a Benjamín y este le respondió: “7 pero luzco mucho mayor”. Todos los presentes en la iglesia rieron. El predicador agregó: “Éste sí es un hombre con optimismo en su corazón…”.

Creo que esa es, precisamente, la palabra clave en todo esto: El optimismo. Puede que físicamente el deterioro del cuerpo avance con la edad, es inevitable, pero lo que nunca podemos dejar que se deteriore es el optimismo por la vida.

En la película el predicador logra levantar de la silla de ruedas a Benjamín y este camina contra toda predicción. Este hecho se adjudica a un milagro. Pienso que ese es, precisamente, el gran milagro que debe obrar para todos: El optimismo por la vida.

Félix Gutiérrez

domingo, 12 de junio de 2011

San Antonio: La fiesta del tamunangue


(Barquisimeto, 13 Jun. AVN. (Félix Gutiérrez).- El tamunangue es la principal manifestación musical autóctona del estado Lara. Esta expresión cultura se encuentra estrechamente ligada al Día de San Antonio, que se celebra todos los 13 de junio de cada año en el estado Lara.

San Antonio de Padua, nombre completo de esta imagen sagrada, al igual que otros santos y vírgenes que idolatran los católicos venezolanos y venezolanas, llegaron a estas tierras con la Conquista española hace más de 500 años.

Esas imágenes religiosas se convirtieron en manifestaciones autóctonas de estas tierras a través del sincretismo religioso, como se le conoce al proceso de fusión de las creencias de los pueblos originarios, con las de los negros esclavos traídos por la fuerza del África y las que trajeron los españoles.

Los sones del tamunangue

El tamunangue es una expresión musical que “fusiona la cadencia latina con la africana en metáforas y la elegancia de los bailes europeos de salón que van hilando los sones”, se indicó en la reseña de este santo, que aparece en el portal Biblioteca Interactiva de Lara.

Allí se señaló que esta manifestación cultural consta de siete bailes que se realizan a lo largo de toda la procesión de San Antonio. Cada una va precedida de una Salve y la famosa pieza musical conocida como La Batalla, ejecutada por dos hombres que simulan pelear con garrotes.

Las otras piezas del tamunangue se denominan La Bella, El Galerón, El Chichivamos, El Poco a poco, La Perrendenga, El Galerón y El Seis figuriao.

“Todas estos sones van acompañados de instrumentos de percusión, como maracas y tambor, y de cuerdas como el cuatro y el quinto”, señaló el portal interactivo citado.

La cantidad de instrumentos depende de la agrupación y las voces que les acompañan. Se cantan estribillos cortos o largos entre los que se dan gritos o falsetes.

Los tamunangueros normalmente visten, en el caso de las mujeres con faldas floreadas y blusas blancas, y en el de los hombres, con pantalones, camisa, alpargatas y sombrero.

Los favores de San Antonio

El barbero Jhonny Carrasco, uno de las decenas hombres y mujeres de pueblo que organiza en Lara velorios de San Antonio, como se le conoce a la celebración religiosa de este santo, explicó que el tamunangue “combina la música con el baile y el fervor religioso”.

Destacó que se realiza para pagar promesas relacionadas con la salud, la bonanza económica y la recuperación de objetos perdidos, entre muchos otros favores pedidos y concedidos por este santo milagroso.

Siulaly Soteldo es una de las devotas larenses de San Antonio. Ella, junto con María Méndez, se incorporó a los preparativos de esta fiesta religiosa.

“Desde pequeña he participado en la celebración del Día de San Antonio. Creo en esta tradición y siempre la acompaño. Siempre le pido por la salud”, dijo Méndez en el Cuartel Jacinto Lara de Barquisimeto, donde se prepara una de estas fiestas.

María Méndez, por su parte, expresó: “San Antonio es un santo milagroso. Este santo siempre ha velado por la salud de mis hijos. De hecho soy bailadora de su fiesta”, agregó Méndez mientras tejía con Soteldo las palmas que se utilizan en esta celebración.

Cada año, tras la bendición del pan y la misa que se hace en homenaje a San Antonio de Padua, el pueblo de El Tocuyo se viste de fiesta para celebrar el Tamunangue, también conocido como el baile de los negros de San Antonio.

La ciudad de El Tocuyo, la capital del municipio Morán, así como sus pueblos y caseríos adyacentes, es una de las zonas de esta entidad federal que celebra con mayor entusiasmo, fervor y devoción este santo negrero.

Esta celebración se extiende por los otros pueblos y ciudades de los nueve municipios de Lara: Barquisimeto, Cabudare, Carora, Sanare, Duaca, Siquisique y Sarare, entre mucho otros que celebran con rezos, bailes de tambor y devoción a San Antonio de Padua.

FIN/AVN/FG

viernes, 25 de marzo de 2011

Héroe epónimo de Barquisimeto: Un joven que sobresalió en campos de batalla por su asombroso arrojo


Barquisimeto, 25 Mar. AVN (Félix Gutiérrez).- Juan Guillermo Iribarren (1797-1827), el Héroe Epónimo de Barquisimeto, la capital del estado Lara, sobresalió en los campos de batallas de Venezuela, por el asombroso arrojo que tuvo en los campos de batalla, en la lucha en contra del imperialismo y a favor de la libertad.

Esta característica militar, patriótica y guerrera del Héroe Epónimo de Barquisimeto, es recordada este 25 de marzo, cuando se celebra el natalicio 214 de Iribarren, en cuyo honor lleva su nombre el municipio capital del estado Lara.

El militar del arrojo asombroso

Juan Guillermo Iribarren, hijo de una familia de abolengo de aquella época, ingresó al Seminario Tridentino de Caracas en 1810, a los 13 años de edad.

En este seminario decidió unirse a la causa patriota liderada por Simón Bolívar, al fragor de las luchas por la independencia republicana.  Esto lo hizo en contra de la voluntad de su padre.

Iribarren participó en su primera batalla el 2 de febrero de 1814, en Ospino, así como también luchó en San Carlos, en Los Cocos y en Yagual. En esta última batalla obtuvo el grado de capitán.

El 2 de febrero de 1817 tomó las sabanas de Banco Largo con el Cuerpo de Dragones, acción por la cual fue distinguido con el Escudo Especial del Arrojo Asombroso, otorgado por José Antonio Páez, a quien acompañó Iribarren en gran parte de las batallas.

"Juan Guillermo luchó mucho y en muchas batallas", ha sostenido su sobrina de cuarta generación, Alicia Iribarren, quien vive en Barquisimeto.

Señaló que Iribarren "luchó en las batallas de Carabobo, de las Queseras del Medio y de Arichuna, donde fue nombrado oficial. También en Yagual, en Calabozo, en Ortiz, en Mucuritas y en Banco Largo".

Dijo que "fue en esta última batalla donde destacaron sus mejores dotes humanos y de valor, trayéndole a Páez mil 500 hombres que constituyeron luego los Bravos de Apure, quienes se convirtieron en los vencedores de Carabobo, de Boyacá y de Junín".

El cronista de Barquisimeto, Ramón Querales, por su parte, destacó que Iribarren participó en innumerables eventos bélicos de decisiva importancia en la derrota del colonialismo español en Venezuela.

"Tenemos la plena convicción de que participó en la batalla de La Victoria", dijo Querales, en referencia al acontecimiento que consagró a la juventud venezolana en 1814 y en cuyo honor se celebra el 12 de febrero como el Día de la Juventud en Venezuela.

Las investigaciones realizadas por el cronista de Barquisimeto concluyen que Juan Guillermo Iribarren integró, a los 17 años de edad, el grupo de más de mil 500 jóvenes que marcharon aquellos días de febrero 1814 hacia La Victoria, estado Aragua, a luchar en contra del ejército colonialista.

Querales recordó que en aquella época Iribarren estudiaba en el Seminario Tridentino de Caracas, lugar de donde surgió la mayor parte de los valerosos muchachos venezolanos que se alistaron en las filas de José Félix Ribas (1775-1815) para enfrentarse a las fuerzas militares coloniales.
 
Juan Guillermo Iribarren integró aquel grupo de más de mil 500 jóvenes que, armados con el coraje y el desenfado de la juventud, marcharon hacia La Victoria, estado Aragua, a luchar en contra de un ejército colonialista, integrado por cerca de 3 mil soldados.

El grupo de valerosos jóvenes venezolanos luchó desde las 8:00 de la mañana, cuando comenzó la batalla, hasta entrada la medianoche de aquel 12 de febrero de 1814, cuando los refuerzos de 220 jóvenes de las filas republicanas, comandados por Campo Elías, decidieron finalmente la batalla.

Esta victoria impidió que las fuerzas militares coloniales españolas, comandadas por José Tomás Boves, tomaran Caracas, con lo que se consagró aquel día la juventud venezolana.

Un llanero que se hizo larense

Juan Guillermo Iribarren nació en Villas de Araure, en el estado Portuguesa, el 25 de marzo de 1797 y murió a los 30 años de edad en Calabozo el 28 de abril de 1827, poco antes de haber sido ascendido a general de brigada por parte del Libertador.

Siempre se pensó que Iribarren había nacido en Barquisimeto, razón por la cual el Gobierno de Lara de 1936 rindió homenaje a este patriota con la designación de su nombre al municipio capital de Lara.

En un estudio realizado en la década de los 80 por el investigador caroreño Juan Arispe, junto con el cronista Ramón Querales, se descubrió que Iribarren no era barquisimetano, ni tampoco había estado en esta ciudad.

No obstante, los barquisimetanos lo acogieron como propio, por el heroísmo que tuvo en la lucha por la independencia del pueblo venezolano, como lo demostró a los 17 años de edad, al incorporarse al ejército patriota.

De esta manera, todos los 25 de marzo se celebra en Barquisimeto el natalicio de este héroe de la independencia nacional, un llanero que dio nombre y apellido al municipio capital de Lara.

jueves, 3 de febrero de 2011

Mi muerte virtual






                           
He tenido la sensación de estar muerto, como la gente que ha vivido, en carne propia, una experiencia personal con este hecho humano impostergable.

Estas personas relatan que han visto, desde el “más allá”, cómo la vida terrenal continúa sin ellos. Una sensación similar he tenido en los últimos días.

He visto cómo la gente, especialmente mis familiares y amigos han continuado su vida, como si no hubiese pasado nada. Es decir, “mi muerte”.

Valga aclarar que se trata de “una muerte” estrictamente virtual ¿Que quiero decir con esto? Les voy a contar.

La muerte de Baudilio

El pasado mes de diciembre me encontraba revisando “mi página” de Cara de Libro, como, a manera de broma le llama un amigo al facebook.

Como sabemos ésta es una de las decenas de “redes sociales” que circulan por el ciberespacio. Yo, en lo personal, le llamo “red de sociales” más bien, por las características de páginas sociales de periódicos que tienen estos espacios cibernéticos.

Para mí las “redes sociales” es otra cosa. Tienen que ver, más bien, con las decenas de movimientos sociales que apuestan a la construcción de un mundo más justo.

Lo cierto es que revisando “mi face” cometí un error, para no entrar en mayores detalles técnicos sobre el uso de “mi página”. Este error me había impedido acceder, nuevamente, al perfil que creé hace tres años.

Me pasó algo así como esas muertes absurdas que han sucedido en la vida, como la del recordado jugador de béisbol de mi época de niño, el receptor Baudilio Díaz.

Este jugador tiene aún, por cierto, la marca de más jonrones: 20 en una temporada del béisbol profesional venezolano, conseguida en la temporada 1979-1980. En esa época tenía 11 años ¡Cómo ha pasado el tiempo¡

Baudilio Díaz, según relataron los diarios de la época, murió de un certero golpe propinado en la cabeza por la base de una antena parabólica, cuando el pelotero procedía a arreglarla en la terraza de su casa. No había llegado al país la televisión por cable.

La antena, lamentablemente se partió, le dio en la cabeza y uno de los grandes peloteros del béisbol venezolano y del Caribe, que le “quechó” a los tiradores más duros y rápidos de béisbol de aquel tiempo, incluido de las Grandes Ligas de los EEUU, murió de esta forma tan absurda.

Algo así “me pasó” a mí con el Cara de Libro, una de esas herramientas tecnológicas, que te hace visible ante el mundo virtual y que produce, a veces, debo reconocerlo, la alienante sensación de que “no existes” cuando no tienes acceso a ella y “comunicación” con este mundo virtual.

Como en una película

Lo mío fue “una muerte” realmente absurda. Le di un click a una opción que no debía, y a partir de allí quedé imposibilitado de acceder a “mi página”, es decir, a “mi vida virtual”.

Me comuniqué con la compañía telefónica nacional que, sin querer entrar en mayores detalles técnicos, podía tener a la mano la solución a mi problema, es decir, que “siga viviendo” en el mundo virtual del facebook.

Los operadores de la compañía telefónica, como una especie de médicos, intentaron “salvar mi vida” virtual, pero sus esfuerzos fueron en vano.

“Señor, no podemos hacer más nada”, me dijo una noche uno de los operadores de la empresa telefónica, como a veces los médicos comunican, a los familiares de pacientes en estado crítico, la dura realidad: la muerte.

Desde los perfiles de mis hijos, que me prestaron “sus páginas” del face, logré visualizar lo que la gente comentaba en mi perfil, pero estaba imposibilitado de responderles.  No tenía acceso a “mi página”, es decir, a “mi vida” virtual.

Me sucedía como el personaje de la película romántica Ghost, de Jerry Zucker. En esta cinta el personaje central interpretado por Patrick Swayze, quedó atrapado en un extraño estado entre la vida y la muerte.

No terminaba de morir, pero tampoco podía comunicarse con la gente de la vida terrenal y estos con él, de manera que permanecía en una dimensión desconocida.

Algo similar me pasaba a mí. Sabía y me enteraba de todo lo que mis amigos y amigas comentaban, colocaban y hacían en el face a través de las páginas de mis hijos, pero yo no podía responderles a través de “mi página”.

Mi amiga Luciana Grioni, que vive en Caracas, por lo menos, me saludó por el asunto del año nuevo. “Querido amigo… que tengas un maravilloso año rodeado de lo que más quieres. Un abrazo”.

Deseaba responderle y desearle, también lo mejor del mundo para ella y su pequeño hijo, y no podía hacerlo, como Patrick Swayze en la película Ghost.

Mis cuñadas y amigas de Maracaibo, de Barquisimeto y hasta de París se jugaron conmigo por una foto en la que aparezco besando a mi esposa Andreína en la mejilla, durante las celebraciones de Fin de Año.

Una de mis cuñadas, la que vive en Maracay, comentó: “¡Uuuuupaaa!”.  Gaby, una de las que vive en Maracaibo, dijo: “¡eeeeesooooo negro! y otra de las cuñadas, Camen, tarareó el sabroso merengue: “¡… y qué será lo que quiere el negroooo..!

Yulaidis, nuestra amiga marabina residenciada en Francia, hizo el siguiente comentario sobre la foto: “Mirenme este..... el nuevo año promete más muchachos, parece! Jajaja”.

La prima barquisimetana María Alejandra, por su parte, respondió a los anteriores comentarios, también a manera de broma, aunque también, agrego yo, muy en serio: “Lo que la mami Andre le da…”. A este jocoso foro deseaba responder pero no podía. Estaba virtualmente “muerto”.

Ni siquiera podía responder a las informaciones más sencillas, como el teléfono de una amiga común, que me había pedido, por el correo personal del face, mi amiga Yurbri, buena compañera de viaje a Cuba. Estaba totalmente inhabilitado para responder.

La única que sospechó que algo raro sucedía fue mi muy buena y vieja amiga Teresa Brandt, tan intuitiva como siempre. “Hombre ¿y tú que te hiciste?”, me preguntó a través de mi muro.

Estuve a punto de “espantarla”. Es decir, responderle a través de la página de mi hijo Juan Andrés, pero me contuve. En el fondo tenía la esperanza de “resucitar”.

Como el difunto yo

Por estos días me he sentido, también, como Andrés Erre, el personaje central del cuento El difunto yo del escritor larense Julio Garmendia (1898-1977), uno de los precursores del “realismo mágico” latinoamericano.

Garmendia, en un maravilloso juego de ficción literaria, cuenta la historia de Andrés, a quien su “otro yo” o alter ego (su personalidad oculta) escapa de su control y hace de las suyas.

“El “otro yo” realiza acciones opuestas a las que habitualmente hacía el personaje central. Lo involucra en todo tipo de entuertos, incluyendo los legales y, a veces, los más dolorosos: los maritales.

Es decir, como decimos en criollo, su “otro yo” le monta cacho con su mujer. Su Alter Ego hace delicias con su esposa en su propia cama y él lo ve todo, pero sin poder hacer absolutamente nada.

El personaje central del cuento no soporta las jugarretas de su “otro yo” y se ahorca. El Alter Ego termina apoderándose, totalmente, de su cuerpo.

“No hubo duelo, ni entierro. El periódico no hizo alusión a la tragedia, ni en grandes ni en pequeños titulares”, da su testimonio el afligido Andrés Erre. Algo “parecido” me ha sucedido a mí, aunque no tan dramático como al personaje del cuento.

Me refiero a que Andreína comentó la foto que se tomó con Huscar Barradas, ese talentoso músico zuliano que nos conseguimos en el evento Primer Gran Baile del Año,  realizado en la noche del 1 de enero en el Círculo Militar de Maracaibo.

En esta presentación estuvieron la Billo´s Caracas Boy y el Super Combo los Tropicales con Argenis Carruyo, Doris Salas, Chalo Navarro y Ender Carruyo, entre otros. ¡Tremendo espectáculo!, al que nos invitaron nuestros amigos Kendric Fuenmayor y Lisbeth Rondón.

Andreína comentó en el pié de la foto: “…aquí con el cuchilindo de Huscar Barradas…”, y por supuesto que las amigas de Andreína, respondieron la foto de ambos abrazados.

“Eesssoooo”, “eeechoooo”, “bellos…”, “bellos y dulces…”, “un acompañante de lujo” y “talentosa pareja”, fueron algunos de los comentarios de las amigas de Andreína, y yo sin poder decir nada.

Como hace referencia el cuento de Garmendia, en mi “muerte virtual” no había ni duelo ni entierro, los medios clásicos o virtuales, menos hacía alusión a esta “muerte”.

Sólo como consuelo me había quedado, a manera de “epitafio”, un bonito mensaje de mi tía Beatriz: “Querido sobrino, qué buena selección tienes en tu colección de fotos y que bien organizadas!!!”.

Agregó la tía, a manera de “consolación” personal: “Disfruto viéndolas. Qué maravilla tener periodistas en la familia!!!! No te canses de recordarnos esos buenos momentos en la prosa y en la fotografía”.

Como para terminar de “despedir” “mi cuerpo” y “mi alma” Beatriz, una de las tías más lindas que hay en nuestra familia, me escribió: “Aunque pocas veces lo exprese, valoro inmensamente tus talentos. Te abrazo!!!”.

Yo, un Lázaro virtual

Nunca perdí la esperanza de volver a la vida. Sabía que mi  amigo Gustavo, “médico” personal de mis ordenadores, era mi única esperanza.

En efecto Gustavo hizo el milagro. Él recuperó la clave que había extraviado para acceder a “mi página” del face. De esta manera es como he resucitado finalmente.

Me siento, ahora, como aquel cuento que nos relataban de niños, de un hombre que “despertó” de su muerte en su propio velorio. El hombre no estaba muerto, estaba en una especie de profundo sueño, en el que ni respiraba.

También puedo decir que me sucedió, como se dice del mítico cuento del cuerpo de Walt Disney, que supuestamente permanece crionegizado o congelado, para posteriormente resucitarlo.

Este es un cuento similar que se ha tejido en torno al cuerpo del cantante Michael Jackson, que supuestamente también permanece en un invernadero, criogenizado.

Debo decir que, en lo personal, no creo en la resurrección, por lo menos en la vida terrenal que nos ha correspondido vivir. No obstante, en lo virtual la resurrección también parece posible. Si no, heme aquí, resucitado entre los muertos. Como Lázaro.

Félix Gutiérrez



martes, 4 de enero de 2011

Un monumento a la paz

La paz espiritual que transmite el silencio que se respira en el interior de la capilla del monumento a la Virgen de la Paz, bien vale la visita a esta ciclópea  esfinge, ubicada a 9 kilómetros de Trujillo, la capital del estado andino que lleva el mismo nombre de la discreta y limpia ciudad de los Andes venezolanos.

El silencio es sucedido por el eco que retumba, suavemente, en cada rincón de tu espíritu cuando se hace el más mínimo sonido: los rezos  y las plegarias que se realizan en un tono por más bajo que sea, o el comentario que a manera de susurro pueda hacérsele al acompañante.

O el caso del niño, o niña, curioso o curiosa, que solamente por el placer de escuchar el misterioso eco, emite cualquier tipo de inocente ruido en esta capilla, en forma de iglú pintado de rojo en sus exteriores y de color blanco en su interior, localizada en las inmediaciones de la gigantesca escultura venezolana de 46,72 metros de altura.

La Virgen de la Paz es el monumento más alto de América Latina, incluyendo el espectacular Cristo Redentor de Corcovado, de Río de Janeiro, en Brasil. Incluso, más grande que la famosa estatua de la Libertad, de la ciudad Nueva York, en los Estados
Unidos del Norte de América.

Esa misma estatua norteamericana que se trepa a través de unas incómodas escaleras de caracol y en cuyo interior, se respira un nauseabundo olor a sobaco (axilas no aseadas), según comentó una dama que subía con su familia por las escaleras del monumento de Los Andes venezolanos.

Luego de la experiencia espiritual reconfortante en la capilla del Monumento a la Paz, salir y observar a la distancia la enorme esfinge y luego recorrerla por dentro es un verdadero espectáculo turístico.

Antecede a este emocionante viaje al interior de la virgen un camino de árboles a través de los cuales se accede a la base del monumento, y sobre los cuales pareciera que la virgen levitara.

La Virgen de la Paz, diseñada por el escultor Manuel de La Fuente, fue inaugurada en diciembre de 1983, hace exactamente 27 años. Esta última información se indica en una cartelera informativa colocada en la entrada a este monumento, donde los adultos mayores y las personas con discapacidad pueden subir a través de un ascensor.

El resto de las personas deben hacerlo a través de sus escaleras, parecidas a las de cualquier edificio de una ciudad, que lleva a los cinco miradores del monumento, localizados, uno, un poco más arriba de lo que serían las rodillas de una persona.

Un segundo mirador en la mano izquierda extendida de la virgen, y un tercer mirador a la altura de la paloma que carga en su brazo derecho, así como en el cuarto mirador a la altura del pecho. El quinto y último mirador se ubica en los ojos de la inmensa escultura.

Desde este monumento, en un día totalmente despejado, se destaca en la reseña histórica de la obra colocada en la entrada, puede observarse la casi totalidad del estado Trujillo, así como la Sierra Nevada de Mérida y el Lago de Maracaibo, del estado Zulia.

En el primer mirador, en las rodillas de la virgen, por lo menos, se observa la ciudad de Trujillo, la capital de este estado, especialmente su diocesano.

Desde el segundo mirador, la mano izquierda, se avizoran Los Llanos de Monay, Agua Viva, Isnotú, Betijoque, La Cejita, Motatán y Pampanito, entre otros pueblos trujillanos.

En el tercer mirador, la paloma que sostiene en la mano derecha, se observa la zona más alta de este estado, incluyendo el famoso monumento natural Teta de Niquitao, así como desde el cuarto y quinto mirador, se aprecian La Sierra de Mérida y el Lago de Maracaibo.

Aunque en épocas del año, como la decembrina e inicios del año, así como en otros períodos, la niebla impide apreciar la mayoría de las zonas descritas, es un verdadero espectáculo apreciar la ciudad de Trujillo, con niebla incluida, desde este monumento.

Un espectáculo cuya expectativa se inicia desde el mismo momento que se llega al estacionamiento del obelisco, desde el cual se sube caminando unos metros hasta el parque, los que van en vehículo propio.

Las personas que van en colectivo, unos rústicos que se toman en la ciudad de Trujillo, pueden acceder hasta la entrada del propio parque del monumento andino.

En el estacionamiento, donde se dejan los vehículos, hay un pequeño mercado artesanal, donde se encuentran artesanos que venden vírgenes de la paz. Estos, y otros vendedores más comerciales, se localizan a todo lo largo del trayecto que se camina hasta la entrada del parque.

En el mercado algunos de los artesanos te cuentan parte de la historia de la virgen, a falta de guías, por lo menos durante la visita que hicimos, así como la falta de funcionarios de Protección Civil, que puedan atender a personas afectadas por las alturas.

Estos artesanos, cuentan, entre otras historias de la virgen, como que los feligreses agradecen sus favores ante una cueva, localizada en el Cerro La Peña, a algunos kilómetros de la estatua.

Se cuenta que allí apareció esta virgen de la paz, advocación de la Virgen María, en 1570, un año después de la fundación de la ciudad de Trujillo.

No obstante, otros feligreses que no pueden ir a estas cuevas agradecen sus favores abriendo pequeñas grietas en el camino que conduce al monumento, e incrustan pequeñas vírgenes de cera y de otros materiales, en la montaña.

Puede que conocer la Estatua de la Libertad, de los EEUU, proporcione la sensación de poder a sus visitantes y al Cristo de Corcovado, en Brasil, la de trascendencia.

Pero la sensación de paz espiritual interior y plegaria de paz mundial que proporciona la Virgen de la Paz, a mi manera de ver, es insustituible, además de lo urgentemente impostergable. Por estas razones bien  vale una visita a este monumento a la paz.

Félix Gutiérrez