lunes, 18 de agosto de 2014



LOS SEMÁFOROS Y LOS VENEZOLANOS
Crónicas urbanas/historias minúsculas (Sólo para lectores)

Félix Gutiérrez*



EXISTE una relación muy peculiar entre los venezolanos y las señales de tránsito. Nuestra relación urbana con los semáforos es una de ellas. Este útil instrumento universal nos ayuda regular el tránsito de las ciudades. Los semáforos, como sabemos, están compuestos por tres señalamientos específicos identificados con luces roja, amarilla y verde.

La luz roja indica que debemos detenernos en las esquinas y transversales para que los peatones pasen y para que los otros vehículos avancen; la amarilla es la luz de alerta, de que debemos reducir la velocidad porque se aproxima la luz roja y la verde la luz que nos señala que podemos avanzar. Esta explicación parece obvia, pero no lo es. Por lo menos en Venezuela.

Nuestra sui géneri relación urbana con los semáforos indica otra cosa. Veamos. Es cierto. La luz roja es para frenar el vehículo pero aquí, en Venezuela, puede tener otros significados. Si aparece la luz roja pero no vienen carros del otro lado ni pasan peatones: ¡dale chola! que decimos aquí. Es decir, arranca. Esa es la "norma" venezolana. Incluso, cuando se presenta la situación descrita y tú no respondes a la "norma" el conductor de atrás toca la corneta como diciéndote qué pasó, por qué no avanzas.

La amarilla, como sabemos también, es la luz de advertencia de que viene el cambio. De verde a roja. Esa señal te alerta de que debes reducir la velocidad. En Venezuela pareciera que significa lo contrario: que debes apretar más el acelerador.

En este caso el razonamiento que predomina es que debes aumentar la velocidad para que te dé tiempo de pasar antes de que arranquen los vehículos que van en sentido contrario al tuyo.

Con la luz verde también sucede algo peculiar. La luz verde es, en efecto, la señal de que debemos avanzar pero eso no significa que tenemos el derecho de atropellar a nadie, ni siquiera a los abusadores. Pero no.

Aquí, en Venezuela, si me ponen la luz verde me dan una especie de patente de corso para llevarme a cuanto atravesao me encuentre en el camino. Incluyendo a peatones. ¿Por qué? ¡Porque tengo la luz verde papá!

Del paso peatonal ni escribo. Es inexistente. Para los conductores, para los peatones y para las autoridades municipales. Éstas ni se molestan en remarcarlo.

Claro está, más de un peatón atropellado y choque de vehículos con consecuencias fatales se producen regularmente en nuestras urbes como consecuencia de esta ley de la selva de cemento.

Esa actitud ante el semáforo provoca los choques más tontos y los atropellos peatonales más inauditos, también los accidentes más horribles en las transversales de las calles y avenidas de las ciudades venezolanas.

¿Usted quiere entender al venezolano? Párese un rato en una esquina y mire su comportamiento ante el semáforo ¿Usted quiere que el país cambie? Párese en una esquina y reflexione sobre lo que hacemos los venezolanos al frente de los semáforos: conductores y peatones ¿Usted quiere sobrevivir como venezolano al frente de un volante o como simple peatón? ¡Pila! Cambió la luz ¡Arranque!

* Periodista, cronista, locutor y poeta. Cinéfilo, melómano. Amante de las ciudades, de su gente y de su vida cotidiana.


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